La interpretación que me sale bordada, es la del charlatán.
Me encanta llevar esos personajes de verbo rápido y tan peligroso como una
bala.
Capaz de coquetear con la madura enfermera malcarada que guarda el
registro de admisiones del hospital hasta ablandarla, o convencer a un policía
patrullero que está hablando con un personaje demasiado importante para
llevarle la contraria. Cuando suelto la lengua y empiezo a hablar rápido, sea
como periodista, timador, buhonero, trapicheador del ejército, o bardo, es difícil pararme.
Argumentos y contraargumentos a veces disparatados pero con una leve capa de
consistencia salen de mi boca y son capaces de hacer temblar al máster más
duro, sobre todo, si tengo una buena capacidad de charlatanería, que suelo
ponerme, claro. Y eso me permite entrar en los lugares más insospechados o conseguir aliados impensables en muchas ocasiones, ¡me encanta!
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