El Tiroliro, sin lugar a dudas. Y además en la última partida que jugué basada en el libro El tiempo de los emperadores extraños, o la película Silencio en la nieve.
El Tiroliro es un soldado valenciano de la División Azul, que está como una cabra. Bajo, moreno y atlético, con un perfecto corte de pelo y un parche tapando su ojo izquierdo, y una intensa mirada fija con el otro, que apenas parpadea y que prefiere no girar en su órbita y mover la cabeza.
Vestido con el uniforme reglamentario lleno de insignias de combate. Duro, y valiente (o estúpido) con una fama de tener los cojones más grandes de toda la División. Jugador asiduo de la Violeta, una ruleta rusa donde cada ronda se añade una bala a la que juega sin miedo despreciando a los rivales que lo muestran, retándolos a 20 cm de su cara o cantando ritmos de semana santa.
Cuando se aburre sale de expedición a cazar comunistas y cortarles la oreja izquierda. Temido por los enemigo y amigos, bebedor e impaciente. Consiguió que le tuviéramos un miedo terrible, y nos lo pensáramos dos veces antes de acercarnos a él cara a cara y cuando lo hicimos fue con muchísima cautela.
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